Esa puerta...

Escribir es para mí una forma de hablarme a mí misma, de entenderme, de comprender, es como que las ideas que rondan en mi cabeza, no están más en el aire, sino que entran a mi alma y me calman. Escribir para mi, siempre ha sido un desfogue, una manera de liberar sentimientos, de dejarlos ir. Cuando era adolescente lo hacía bastante, escribía poemas, muy tristes, se los enseñaba a mi papá, él me decía que escribía muy bonito y muy conmovedor para ser tan joven. Me encantaba escribir y dibujar, tenía cuadernos bonitos llenos de mis poemas y dibujos, aún así, años después, un día vi todos esos cuadernos llenos de dibujos y poemas tristes, los leí y sentí vergüenza de sentirme así, decidí botarlos, como si al deshacerme de ellos se iría esa parte de mi historia. Ahora miro hacia atrás  y creo que en algún momento, lo que quería era eso. Un día decidí no lamentarme más, no mirar atrás, no buscar entender, solo olvidar. En ese momento fue lo mejor, por un momento cerré la puerta, no me volví a asomar, llene mi vida de nuevas cosa, una nueva actitud y avancé; avance mucho, busqué entender el mundo, no desde yo venía, sino desde donde estaba, desde ese punto en adelante. Sin saber muy bien cómo se vive esta vida, emprendí el camino, y aunque para mí nunca ha sido fácil, porque la forma en la que veo las cosas no son tan simples como siento que lo son para otros, ha sido enriquecedor.

Cuando decidí dejar de mirar atrás, sentí que había tomado una buena decisión. Nunca entendí porque dentro de mí había una tristeza inexplicable, una tristeza mezclada con alegría, con muchos sueños, con buenos deseos, con nobleza, tristeza y vació, un vació que siempre quise llenar de amor, porque ahora sé que el amor es lo único que diluye la tristeza, y lo que yo buscaba era un poco de eso, pero no sabía donde encontrarlo, no sabía cómo era, ni cómo se sentía, no sabía si era digna de tenerlo, o si debía hacer algo para merecerlo, y si debía de hacer algo, no sabía por donde empezar, duele mucho cuando intentas ser alguien para que te amen, porque el amor es incondicional y porque debe de serlo, más aún cuando eres una niña.

Cerré esa puerta, y la deje ahí, sola, sin explicación, le dije que se vaya y que no vuelva más, porque al verla, recordaba que no era suficiente, y eso me dolía mucho, me dolía no entender porque yo no había tenido lo que otros tenían, una familia, padres que me protejan, que no pusieran condiciones, que no me hagan sentir asustada. Cerré esa puerta y seguí, pero ella nunca se fue, a veces estaba más ausente que otras veces, pero siempre estaba, y no quería ver, por un tiempo se fue diluyendo entre mis recuerdos, y cree nuevos, y algunos fueron increíbles, y fueron nuevos, y nunca pensé que los tendría, nunca pensé que fueran para mí. 

Hoy, después de muchos años, vuelvo a ver esa puerta, la que cerré, y a la que tenía mucho miedo de volver, porque esa puerta para mí significaba mucho dolor, pero estoy al frente de esa misma puerta por ella, a la que una vez dejé, hoy vuelvo por ella, porque después de mucho mucho mucho tiempo, he entendido que lo que ella necesitaba no era que la olviden, sino que la amen. La veo ahí, estuvo esperándome todo este tiempo, porque sabía que iba volver, porque sabía que iba a escucharla en algún momento. Vuelvo a ella, porque sé que lo que necesita es un abrazo, es tan pequeña e indefensa, es una pequeña niña, que me mira con sus ojitos que solo quieren amor, que solo quieren que le diga: Tu mereces todo de mí y te voy a cuidar, y nadie te va hacer daño, y no tienes que hacer nada para que te ame, porque te amo así como eres, te amo porque eres mía, te amo porque eres tú. Ella me mira con alegría, ya no busca a nadie más, ya no importa nadie más, no me juzga, ni me cuestiona porque tarde tanto, ella es una niña pero entiende que el camino ha sido largo, y no importa cuando haya tardado en recorrerlo porque al fin de cuentas, he vuelto.

Yo te voy a cuidar, ya no importa el pasado, no tengas miedo, ahora estamos juntas y no te haré daño, yo te voy a proteger siempre, no tengas miedo, todos te quieren y yo te quiero más, y yo siempre te querré, cuando falles, cuando aciertes, te querré cuando te portes bien, o cuando te portes mal, yo te cuidaré si te enfermas y te apoyaré para que cumplas tus sueños, yo te daré la mano para que aprendas, y no importa si te demoras, yo estaré ahí para ti en todo momento, tu eres una niña buena, una niña perfecta, con tu carita y tu pelito, con tu vestidito y tus medias de blondas y tus zapatitos que se abrochan de un lado del pie. Tú eres lo único que me importa a mí, más que cualquier cosa en el mundo, y de ahora en adelante, yo tomaré tu mano y te acompañaré a donde quieras ir, y no importa si alguna vez me fallas, te entenderé, y si alguna vez me mientes, estaré esperando a que estés lista para decirme la verdad. Tu y yo, Lourdes chiquita, siempre estaremos juntas, y te amaré hasta el fin de mis días, no tengas más miedo, que yo te protegeré.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Elvia

Mirar adentro

Confusión